En la reciente edición de la revista Energy Research & Social Science, el investigador de SMI-ICE-Chile presenta, junto a cuatro expertos más, un interesante trabajo sobre la excepcionalidad chilena respecto al litio, a partir del análisis del Salar de Maricunga.
La publicación, titulada “Chile’s lithium exceptionalism: Strategic legacies and the contested future of the Salar de Maricunga”, tiene por autores al Dr. Nigel Wight, de SMI-ICE-Chile; al Dr. Vlado Vivoda, de The University of Queensland; a la investigadora Nathalie Ralph, de Warwick University (UK); a la Dra. Asmaa Khadim, de Leiden University; y a Morgan Bazilian, director del Payne Institute y profesor de Políticas Públicas en Colorado School of Mines (USA).
Esta publicación plantea que Chile, que posee las mayores reservas de litio del mundo y es el segundo mayor productor, representa un caso excepcional en la explotación de este recurso. El estudio describe una “configuración singularmente chilena” moldeada por restricciones legales históricas, una renovada ambición estatal y la creciente competencia global. A diferencia del industrializado Salar de Atacama, Maricunga sigue siendo una frontera de potencial, donde la recategorización estatal, la consulta a los pueblos indígenas y las salvaguardas ambientales se ponen a prueba en tiempo real.
El artículo explica que, a diferencia del cobre, donde predominan las concesiones y el capital privado, el litio ha estado sujeto desde la Guerra Fría a un régimen legal excepcional que se remonta a los temores sobre sus usos nucleares, que combinando restricciones normativas, alianzas geopolíticas y una renovada ambición estatal. Este modelo híbrido —ni plenamente estatista ni neoliberal— distingue a Chile de otros productores como Australia y Argentina, donde el litio se rige por concesiones mineras ordinarias.
Los investigadores eligieron el Salar de Maricunga como caso de estudio, ya que su menor nivel de industrialización lo convierte en un laboratorio para observar si Chile puede evitar los daños socioambientales del Salar de Atacama. La Estrategia Nacional del Litio y el liderazgo de CODELCO en Maricunga marcan una nueva fase en la gobernanza de los recursos naturales, aunque persisten vulnerabilidades como la fragmentación institucional, la limitada fiscalización y la frágil confianza entre el Estado, las comunidades indígenas y la sociedad civil.
Uno de los desafíos más críticos, según la publicación, es la “aceptación social”, donde los acuerdos sin consentimiento sustantivo pueden erosionar la legitimidad y generar resistencia.
El estudio plantea que el estatus legal del litio puede ser una ventaja estratégica si se gestiona con visión, incorporando salvaguardas ESG, gestión del agua, protección de la biodiversidad y principios de economía circular. “El éxito del modelo chileno de litio dependerá de la política relacional, de la construcción de confianza institucional y de una co-gobernanza efectiva con las comunidades indígenas”.
Finalmente, se proyectan dos escenarios: uno optimista, en que Chile equilibra control estatal y capital privado, fortalece el Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) y consolida estándares ESG; y otro pesimista, marcado por la judicialización, los retrasos, la degradación ecológica y la pérdida de confianza.
La evolución de Maricunga —con la participación de CODELCO y Río Tinto— determinará si Chile se convierte en modelo o advertencia en la gobernanza del litio. “Este horizonte dual convierte a Maricunga tanto en un experimento de política pública como en una frontera intelectual para la investigación sobre minerales críticos”.
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