La speaker internacional y representante de la comunidad de Brumadinho, nos visitó para compartir su trabajo en CSRM (Centro de Responsabilidad Social en Minería de la Universidad de Queesnland), en torno a las lecciones que dejó una de las mayores tragedias mineras de la humanidad.
El 25 de enero de 2019, en el municipio de Brumadinho, estado de Minas Gerais, un dique con aguas residuales de la mina de hierro Córrego de Feijão, propiedad de la minera Vale, se derrumbó derramando miles de metros cúbicos de agua y barro tóxico sobre la zona: 270 personas perdieron la vida, y una de las víctimas fue Natalia Andrade, hermana de Angélica, que trabajaba en esta operación minera al momento del desastre.
El desastre de Brumadinho dio pie a todo un movimiento mundial que logró reparaciones y grandes cambios regulatorios. A raíz de las demandas contra la minera Vale, cuatro años después se creó el Estándar Global de Gestión de Relaves para la Industria Minera (GISTM), la norma más exigente y validada por la industria actualmente.
Tras esta desgracia que afecto a su familia y a gran parte de la comunidad de Brumadinho, Angélica se convirtió en activista internacional por la justicia, la responsabilidad social y la priorización de la seguridad en el sector minero.
Actualmente, ella se encuentra cursando un Master en Filosofía en el CSRM, y su trabajo de investigación se focaliza en: «Fallas de relaves y consulta comunitaria: vías para la prevención de desastres».
Junto a la Dra. Deanna Kemp y la Dra. Jill Harris, ella es parte de un equipo de CSRM que -con el Dr. Nigel Wight, de SMI-ICE-Chile- están desarrollando una investigación sobre la tragedia de la mina de cobre El Soldado, ocurrida en Chile en marzo de 1965, en el pueblo de El Cobre, donde el colapso de dos relaves le costó la vida a más de 300 personas.
En su visita a las oficinas de SMI-ICE-Chile, Angélica Andrade compartió su experiencia personal y académica sobre el desastre de Brumadinho, poniendo el énfasis en la importancia de contar con una participación efectiva de la comunidad en la prevención de estos desastres, así como con un compromiso real por parte de las compañías mineras, de escuchar a las partes interesadas y tomarlas en cuenta en la toma de decisiones.
Entre los desafíos más importantes en la gestión de relaves, ella destacó la necesidad de lograr un equilibrio entre el cumplimiento normativo, los derechos humanos y las prácticas de la industria, en cuanto a la promoción de la seguridad y la rendición de cuentas en la industria.
“Mi foco de estudio es comprender las implicancias que tiene el compromiso de la comunidad en la gestión y seguridad de los relaves”, afirmó. “Si es solamente para cumplir con los estándares y normativas, y que las empresas mineras consigan una licencia para operar, o realmente es una participación que puede mejorar la seguridad de los depósitos de relaves. Busco entender el rol que la participación ciudadana puede tener en la reducción de los desastres y en el manejo de los depósitos de relaves.
“Yo viví siempre en Brumandinho, pero hasta que no ocurrió el desastre, nunca imaginé que existía un riesgo de colapso”, explicó Angélica Amanda Andrade en su presentación. “Los seres humanos aprendemos a través del amor y del dolor. Y en el caso de los relaves, es a través del dolor (…) Sin embargo, existe el riesgo del olvido. Y no se puede olvidar el motivo del por qué nace el estándar GISTM, ni perder la memoria de lo que ahí ocurrió”.









