La capacitación contó con 115 participantes, en modalidad online, y fue parte del programa preliminar del evento #Tailings2025, el Congreso Internacional en Gestión de Relaves, que organiza Gecamin.
El curso fue dictado por el Dr. Jacques Wiertz, líder del equipo de Rehabilitación Ambiental y Dinámicas Ecosistémicas de SMI-ICE-Chile; Mansour Edraki, Group Leader del Environmental Geochemistry CWiMI en el Sustainable Minerals Institute de The University of Queensland; y por Nicolás Orellana, investigador Junior de SMI-ICE-Chile. El Dr. David Rubinos, líder Científico de SMI-ICE-Chile, fue el coordinador del equipo.
La estabilidad física y química de los depósitos de relaves es uno de los desafíos más críticos de la industria minera chilena y global, debido a los compromisos ambientales y sociales asociados a los procesos de cierre minero. Según la última información del Servicio Nacional de Geología y Minería, Sernageomin, Chile cuenta con un total de 795 depósitos de relaves (128 activos; 601 inactivos, 53 abandonados, 12 en construcción y uno en revisión).
Si bien la estabilidad física de los depósitos de relaves sigue en el centro de la preocupación de la mayoría de los operadores mineros, la estabilidad química es otra fuente de creciente preocupación debido a los riesgos ambientales asociados y a los altos costos que representa el control de los drenajes e infiltraciones durante las etapas de operación y cierre de los depósitos.
“Por compromiso de la normativa ambiental, y porque así lo establecen los estándares, estos últimos años se han incrementado los esfuerzos destinados a estudiar el agua en los depósitos de relaves y en su entorno”, explica Jacques Wiertz. “Por eso se muestrean y analizan las aguas de la laguna de Aguas Claras; sus drenes, zanjas, y pozos aledaños, sin embargo, se aprovecha poco la valiosa información hidroquímica generada. Se reporta para cumplir con los compromisos ambientales, pero no hay mucha claridad sobre la interpretación de los resultados de estos análisis, una herramienta muy valiosa que podría apoyar la gestión de los depósitos. El agua de relave es como la ‘sangre’ del depósito, y un buen análisis de su composición nos puede decir mucho sobre la ‘salud’ de estos depósitos”.
El curso abordó los procesos hidrogeoquímicos que determinan la calidad del agua en depósitos de relaves mineros, analizando las implicancias operacionales y ambientales de la evolución de la calidad del agua en estos depósitos, considerando procesos como la formación de precipitados en el sistema de drenaje, el intercambio iónico, la retención de agua de poro, la oxidación de los sulfuros y las reacciones de neutralización, que permiten explicar las diferencias en la hidroquímica entre la laguna de Aguas Claras y los drenajes. Además, se analizó la sensibilidad del sistema ante cambios en el suministro de agua y en la mineralogía de los minerales procesados.
“Hoy en Chile, la estabilidad física está bastante bien manejada”, agrega Jacques Wiertz. “Hemos aprendido a construir depósitos de relaves capaces de resistir la actividad sísmica, pero no tenemos ese avance respecto a la estabilidad química, donde al revisar la normativa y los estudios, detectamos mucho espacio de mejora. Hay bastante predicción, pero poca prevención y control. Al revisar los EIAs, se ve el material potencial generador de ácido, sin embargo, es poco lo que se hace, por ejemplo, para eliminar o encapsular la pirita, principal agente generador del drenaje ácido. Hay mucho que mejorar en la búsqueda de compatibilizar la estabilidad física con la química, especialmente tomando en cuenta una perspectiva de largo plazo, ya que, en los procesos de cierres de mina, el desagüe natural del depósito puede tardar muchos años y el proceso de oxidación de los sulfuros, persistir por largo tiempo».












